Dedicado a todos aquellos que cruzaron la laguna Estigia pero que
siguen latiendo en nosotros al nombrarlos.
“Cuántos fuegos cedidos encenderían el ocaso.” Francisco Basallote
Declina el silencio como la tarde crujen las ramas del ocaso, se tejen murmullos en la espesura. Hay sombras superpuestas sobre el agua, a estas horas opacas y sin rostro, abanican el aire las lechuzas en su vuelo nocturno. La copa de la noche rebosa sensaciones, si el velo del misterio cae en las manos de un ciego sabrá resolver sus enigmas, seguramente, desde el tacto. Con el fuego prestado encendería antorchas en un círculo, en su centro los nombres que me habitan, la luz de la memoria entre sus ascuas.