siguen latiendo en nosotros al nombrarlos.
“Cuántos fuegos cedidos
encenderían el ocaso.”
Francisco Basallote
Declina el silencio como la tarde
crujen las ramas del ocaso,
se tejen murmullos en la espesura.
Hay sombras superpuestas sobre el agua,
a estas horas opacas y sin rostro,
abanican el aire las lechuzas
en su vuelo nocturno.
La copa de la noche
rebosa sensaciones,
si el velo del misterio
cae en las manos de un ciego
sabrá resolver sus enigmas,
seguramente, desde el tacto.
Con el fuego prestado encendería
antorchas en un círculo,
en su centro los nombres que me habitan,
la luz de la memoria entre sus ascuas.
“Cuántos fuegos cedidos
encenderían el ocaso.”
Francisco Basallote
Declina el silencio como la tarde
crujen las ramas del ocaso,
se tejen murmullos en la espesura.
Hay sombras superpuestas sobre el agua,
a estas horas opacas y sin rostro,
abanican el aire las lechuzas
en su vuelo nocturno.
La copa de la noche
rebosa sensaciones,
si el velo del misterio
cae en las manos de un ciego
sabrá resolver sus enigmas,
seguramente, desde el tacto.
Con el fuego prestado encendería
antorchas en un círculo,
en su centro los nombres que me habitan,
la luz de la memoria entre sus ascuas.
(Publicado en Tribuna abierta)
Me encanta, María José. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Isabel. Feliz semana. Un abrazo.
EliminarSe me da muy bien logrado el poema, amiga. Estupendo!
ResponderEliminarAbrazos