martes, 9 de marzo de 2010








MICENAS


Hay una desolación que muerde el aire.

Pétreos bloques venidos de extintas canteras.

Los leones parecen el solitario emblema,

la única promesa en el dintel

de la ciudad expoliada.

El oro pálido de las máscaras

se funde en un pasado de leyenda.

Anónimo el sudor de los esclavos

junto al rescatado nombre de Agamenón.

Un hondo silencio lo domina todo,

los anchos muros, las colosales tumbas.

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