sábado, 14 de agosto de 2010

El motín

EL MOTÍN

Se le heló la sonrisa, con una mueca agria en los labios, todos los sueños se habían amotinado. Habló el mayor de todos ellos, con una voz grave, cuyo eco rebotaba dolorosamente en su cabeza. –Hemos sido tolerantes y pacientes contigo, tanto como cuarenta años en mi caso. Formábamos una unidad, ahora escindida. Nos creaste, para luego arrumbarnos, como trastos inútiles, en el desván de la memoria. Por unanimidad hemos decidido abandonarte pero antes, tendrás que escucharnos a todos.
Uno a uno, por riguroso orden de antigüedad, hablaron de sus quejas, de sus esperanzas frustradas.Rodó una gota cristalina por la mejilla del hombre, confirmación de la angustia de saberse desposeído para siempre de sus sueños, perdido en los páramos de una realidad insulsa y espinosa.Donde el sol es implacable durante las largas horas del día y un viento áspero, como una lengua seca y granulada, se restriega contra las heridas abiertas, con saña. Tampoco las noches traen la calma, están hechas de vendajes húmedos y fríos, cuajadas de reproches y mortales silencios, de un hondo vacío parecido a la muerte.


(Apareció en la revista electrónica En Sentido Figurado, julio 2010)

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