Podéis adivinar cuantos venenos
se pueden encontrar en la trastienda
de corazones sin licencia, su cata
gratuita, después las hipotecas
que saldará la muerte.
Me hablaron del filtro de la envidia,
de sus excelsas propiedades,
callaron sin escrúpulos
sobre su sedimento corrosivo.
En lechos blancos, mullidos,
la rigidez cerúlea bajo
una lluvia de pétalos,
la desnudez marmórea
en labios del acónito.
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