sábado, 28 de julio de 2012

Colegio


En el pupitre grabado un corazón
con la precaria gubia de los ocho años.

miércoles, 25 de julio de 2012

En el jardín


            
                  En el jardín
Latía lenta la luz, moneda en el ramaje,
animal retozando sobre ovillos de hierba.
Impulso de brisa en el vacío columpio, 

la niñez en su arcón azul de distancia,
jugando a ser cadencia en las páginas
inquietas y tatuadas de un viejo libro,
cruzaba la conversación de dos amigos.
Un mar de burbujas los vasos compartidos,
un aleteo, un trino, pasaje de plumas,
aceite balsámico la calma del agua
o ángel suspendido entre dos silencios.
Abrigo de setos para las confidencias,
descorchaban recuerdos en la madreselva,
sobre la cal de las tapias nidos de sombras,
las voces puntales del arco de las horas.




      

jueves, 19 de julio de 2012

Julio


Rozaron los dedos de la lluvia
las oscuras caderas del verano.

lunes, 16 de julio de 2012

Recurrencia

El siglo veintiuno vomita
con retortijones de cuarenta años,
un veneno antiguo, encapsulado.
Regresan las mordazas,
las intimidaciones, los fantasmas,
un infierno de porras y uniformes,
aborto de expresiones consentido.

sábado, 14 de julio de 2012

Rota cárcel



              Rota cárcel
Resquebrajado el molde de yeso,
se filtra la vida por las fisuras,
terrenal palpa el humilde origen.
Por el camino apósitos sucios,
las horas como flechas despuntadas,
la amnistía escrita sobre el agua.


En la retina


 En la retina
Espejismo de cuerpos
sobre un fondo de encajes,
traslúcida bruma
con jirones solares.
Tamizados ensueños
en gasa de paisaje,
la sustancia del tiempo
diluida en el agua.

lunes, 2 de julio de 2012

Flor de un día




       Flor de un día
Se abre carnoso el nardo
en la línea pura de unos labios,
desciende por la perilla pintada
al carbón como los bosques;
me alejo, el recuerdo es sombra
cosida a los talones.
La flor de otra estación
es una campanilla, se asoma
a la sonrisa de un rostro afeitado;
suma de huellas en mis caderas,
en el ala del sombrero.
Nada habita para siempre, salvo,
las raíces enredadas en el pelo,
el hilo extendido de unos nombres,
aquello que nos devuelve el viento.