Negra
turmalina
Vine al mundo de noche
por eso me asemejo
al ónice, al azabache,
nací con un cordón al
cuello
como mueren los
ahorcados.
Triste, asilvestrada
como son los espinos,
las rosas del desierto,
los perros callejeros,
las casas sin un fuego.
Hay un flujo de
estrellas
que corre por mi pulso
y alumbra las dehesas,
los páramos proscritos,
la vida con sus
pruebas.
No hay valoraciones
ResponderEliminaren la naturaleza,
solo es vivir mañana
o el perecer ahora
que nada sano quiere,
¿Quién tendrá la duda
de qué vale la pena?
N.
Precioso y contundente. Dureza y fuego a la vez, incontenible.
ResponderEliminarMe gustan esas imágenes que transmite.
Un abrazo, María José.
Me lo guardo para releerlo en noches oscuras.
ResponderEliminarUn saludo, María José.