Cada máscara tiene un punto de fuga.
Máscara
Cruza el umbral, vergel de
sencillez,
deja su otro rostro, el de
metal,
rígido, inanimado en la
pared.
En las habitaciones de su
casa
recupera el molde de sus
rasgos,
la sensatez, el hilo del
corazón.
Cae debilitada la costra,
expira
por todos los sumideros de la
piel,
regresa al origen placentero.
La indiferencia, la
impostura,
capas unidas a la ropa
triste,
a la exigencia de
reglamentos,
fulminadas como molestas
moscas.
Desahogado el tiempo respira
se hace música, idea,
horizonte,
santuario único,
inexpugnable.
Fuera ladra la noche apaleada
por uniformes y llaves
inglesas,
pacta un armisticio con la
luna.