Azul
es
el olivo de los sueños
porque el cielo se
torna celosía
para ceñir su cuerpo
palpitante
como una falda-nube
vaporosa.
Pequeños orbes de
ovalados frutos,
geoda al abrirla con
los dientes,
habita en su núcleo una
rosa pétrea
cubierta por amanecida
carne
morada, verde o negra.
Transportan raíces por
sus túneles
latidos líquidos de
savia.
Se disputan las flores
alcaudones,
verdecillos, jilgueros,
las abejas,
en una fiesta de néctar
y polen.
Refugio
de pastores es su sombra,
un
toldo vegetal que riza el aire;
se
mimetiza la culebra con las ramas
deja
en el camerino improvisado
su
piel antigua, abandonada, inerte.
El
tronco milenario sobrevive
a
la boca desdentada de la sequía,
al
látigo de la tormenta,
palabra
clave: resistencia.