Ya ves, poco he cambiado
Me sigue sorprendiendo el pespunte
de los gallos, rojo en los amaneceres,
la exhalación húmeda de la tierra
subiendo por los pies hasta estremecerme.
No distingo en la frente de quien habla
el sello de un origen, la lengua
embadurnada, monocromática,
será la miopía que no hace distinciones.
Debajo de las canas que me crecen,
espigas albinas, sortilegio de otoño,
está la fuerza del agua, las raíces,
caudal siempre rebelde de la sangre.
Abismos, luz, al límite de las pasiones,
equilibrista sin red y frágil,
huraña, provocativa ante los focos.
Son los vaqueros esa segunda piel,
debajo un espíritu de agua
contradictorio, valiente en su timidez.
Nunca terminan las asignaturas,
el aprendizaje de ensayo y error,
inquieto motor contra la rutina.
Borro la norma exacta de la horca,
la dosis apropiada a los años,
un rumbo distinto lleva mi reloj,
sacudo capas de sombra, resurjo.
Fallan tus estadísticas, lo siento,
el molde no se ajusta a tus cálculos,
será que soy extrañamente clara,
dichosamente ajena a los números.
5 comentarios:
¡¡Zuuuuuuuuuuuuuuuuuuups!!
Querida amiga este poema es una preciosidad, leyendote no hay quien se pueda quedar impasible ante tanta belleza escrita.
Un beso muy grande preciosa, de la brujita MORIMÓ.
Leerte, María José, es siempre descubir la poesía dentro de la poesía. Deslizarme en tu poema ha sido un placer, una exquisitez. Lo que si puedo afirmar es que desde que te conozco no has cmabiado en nada y siempre has sido la misma.
Gracias por ser así, mi amiga.
Besos.
Luis
Es lindo tener amigos como vosotros. Gracias y besos.
Me encanta este poema.
Lo celebro, gracias.
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